Casos de Comp Organizacional
¡…Esta Vez, No Me Voy!
Ernesto
Manfredi Gagliuffi. Lima – Perú. 2012©
Cod 27022013
Marcelo se encontraba revisando su
álbum de fotos y se había detenido en una en la que se encontraba con sus
compañeros de trabajo de las diferentes empresas en las que había laborado, era
para su cumpleaños número 42, en su casa.
Marcelo Reggio, así se llamaba, con
dos hijos aún en edad escolar, y uno por venir, pensaba sobre las diversas
oportunidades que había desperdiciado y en el futuro que ahora tendría si al
menos, hubiera continuado trabajando en una de estas empresas. Todas estas
empresas aún estaban en el mercado y se encontraban muy bien posicionadas y
valoradas en el entorno empresarial.
Sentado mientras saboreaba una
limonada, pensó en los motivos que lo llevaron a la posición en la que se
encontraba; falta de madurez, sordera a las exhortaciones, no haber tenido la
responsabilidad familiar que ahora asumía con entereza, su carácter el que
muchas veces le habían dicho que era un rebelde y osco y que ello no lo
llevaría a buen término, estudios a medio terminar, o mejor dicho, ¡…a medio
empezar! etc., todos pasaban por su mente, con varios años de convivencia y una
familia constituida.
En uno de sus viajes había
conocido a Lucero, chiclayana, de buena cocina, educada para apoyar al
compañero y proteger la unión irrigando las raíces del hogar con mucho amor,
consejo, abnegación y fortaleza ante la adversidad. Se había sacado la suerte,
pensaba para sí mismo, después de todo lo que había pasado y vivido.
En las empresas por las que transitó,
siempre se había desempeñado en el área de recuperaciones, “rompepuertas” les decían, pero dentro del estilo y técnicas de
recupero, la suya era la mejor; sus resultados hablaban por él, eran muy satisfactorios.
Su experiencia y entrenamiento le
habían valido y facilitado el encontrar trabajo en diversas empresas, muchas
veces había tenido que mostrarse de manera diferente a la cual él sentía para
lograrlo, cada vez que renunciaba la búsqueda se hacía más difícil y sobre todo
tener que retomar un nuevo empezar y realmente se sentía muy cansado
emocionalmente.
Le había venido a la memoria un
comentario de su esposa, comentario que había salido en una conversación entre
compañeros, en una reunión informal de fin de semana, a la salida del trabajo,
con unos colaboradores que lo acompañaron muy dispuestos a “probar” el arroz
con pato y pepián de choclo que la Sra. Lucero había preparado ese sábado previo a fiestas patrias.
Su compañeros habían comentado,
después del segundo plato de pepián, que cómo era posible que Marcelo durara
tanto con una persona como Lucero, cuando él se pintaba como un individuo que
se “aburría” rápido y le recordaban por la cantidad de empresas en la que había
estado y que cada vez que él no estaba de acuerdo, renunciaba,…chero, como tiernamente le
decía a su esposa, lo miró fijamente
entre perpleja y mortificada y le respondió, ¡…pero si lo tienes todo!
Ya, descansando, repasaba las
empresas en las que pasó sus años y las razones por las que se fue; en unas
porque sus administradores instituían
nuevos procedimientos, en otras porque le yuxtaponían nuevas funciones; nuevos jefes,
nuevos estilos, nuevas formas de control, etc., o como por ejemplo, la empresa
de los Arrieta, quienes no toleraban las críticas negativas, o el de la
empresa de los Sosa, siempre a la
defensiva, con un tono hostil, respuestas mal dadas, sin el suficiente tacto o
faltos de amabilidad a la hora de dar una respuesta, o la peor de todas, la del
supervisor, el “chileno Valdivia" , quien en vez de ofrecer descuentos,
promociones o un obsequio especial de cara a fidelizar a los clientes, ofrecía
premios o dádivas - permisos, atenciones sibilinas - a cambio de buenas
opiniones, o resultados sobre su labor.
No lo aguantaba, se resistía a agachar
la cabeza, por lo que optaba por renunciar, masticando continuamente que una
persona como él, dispuesto como mínimo a hacer su trabajo no tenía por qué doblegarse,
por lo que creía que por “conducta” debía renunciar.
Había llegado al norte del país,
Chiclayo, ya hacían 10 años de esto, época en que conoció a Lucero y ya había
circulado por lo menos por 5 empresas, … y pensaba cómo lo estaba haciendo en La
Araucana S.A.C., en la que venía laborando desde hacía 4 años. Siempre había buscado identificarse con una
organización en particular y con sus metas, a la vez que se deseaba permanecer
en ella, consideraba que no era muy difícil pero sentía algo de temor, aunque
afectivamente tenía cierta obligación con la organización y sobre todo porque
permanecer en ella le aseguraba un ingreso importante, amén del compromiso profesional
contraído, pensaba que estaba moralmente obligado, estaba seguro que no era ese
tipo de compromiso ocupacional, temporal por una empresa.
Al analizar esta decisión, se dio
cuenta que la empresa en la que estaba cuando se casó con Lucero, le había
ofrecido lo mismo en tratos y beneficios
que la empresa en la que se encontraba actualmente, la única diferencia
radicaba en los estilos de gestión de las personas, cada una de ellas, poseían
como denominador su despreocupación hacia las recompensas intrínsecas; la
primera, era local con cobertura nacional, en el sector electrodomésticos, “Tiendas Festejo - Tfe”; la última, en la
que se encontraba, estaba orientada a las metas; las metas corporativas se
traducían en otras más pequeñas y específicas en cada nivel de la organización, eran muy organizados, pero…
Marcelo había percibido que los
factores que influyeron para sus renuncias obedecían casi siempre a factores
externos a él; no sabía cómo aumentar su eficacia personal y aún más, no sabía
cómo mantenerse sin sentir ese deseo de irse de la empresa en la que se
encontraba, y sobre todo, no hallaba lo que “chero” le había comentado, ¡…pero si lo tienes todo!
El comparaba lo que aportaba a sus
empleos con lo que obtenía de ellos en relación con las mismas acciones de los
demás y era mayor lo que él aportaba, se decía; todavía recordaba al jefe de
recuperaciones de la Distribuidora Oriente S.A., él había renunciado a ella, después
de un año y diez meses y todo porque nombraron como jefe del área, a Luis Yañez,
quien realizó cambios en los operaciones que permitirían mayor dinamismo en
cuanto a las cobranzas, y formalizó el uso de saco y corbata en todos los agentes
de recuperación, variaciones que él consideraba no contingentes y que no debían
realizarse y al no estar de acuerdo, optó por renunciar.
Su determinación, hizo que su
matrimonio sufriera en aquél entonces, su primer tropiezo, pues estuvo
alrededor de trece meses sin conseguir otro empleo de ingresos periódicos y juzgó
que su decisión fue en el momento menos oportuno, pues su Lucerito le anunció la
espera de un nuevo miembro en la familia.
El creía en la administración
participativa, pero era difícil encontrar una empresa con este estilo; lo refirieron a
La Araucana S.A.C y como siempre era un
ejército los que se presentaban y ya no era él el más muchacho, ahora los demás
le decían “señor” y lo miraban sonrientes y con mejores calificaciones
académicas, así como
experiencia laboral.
Las cosas habían cambiado, el
entorno económico se presentaba mejor para todos, las recuperaciones tenían una
tendencia a la baja, por lo que el sueldo se hacía más duro; por otro lado, los
dueños del mercado laboral eran los jóvenes menores de 30 años, inclusive, su vida
familiar había cambiado, ya eran casi cinco en casa, su responsabilidad como
jefe de familia se había acrecentado, etc, etc, etc, ¡…etc!
Recordaba que por primera vez sintió
temor a no conseguir empleo, veía sus desventajas frente a los “muchachitos”, no
tenía mucha ventaja esta vez.
Entró después de un calvario de
pruebas,…una vez sentado en el puesto, hizo una reflexión sobre el
comportamiento mostrado en los trabajos anteriores y no le gustó mucho ver el
tiempo que había perdido, el estar en contra de lo que consideraba que no debía
hacerse era más una patología que un comportamiento laboral obsesionado, situación
que lo había llevado a renunciar sin medir las consecuencias futuras.
Desde el momento que ingresó a La
Araucana S.A.C., Marcelo respetó las normas y lineamientos establecidos. Sus
seis primeros meses en la empresa, fueron bastante buenos, logrando sobrepasar
las expectativas de sus jefes y afirmándose en el puesto así como recibiendo un
aumento en su remuneración; pero no había terminado de reflexionar cuando lo llamaron
urgente, a que se presentara ante el Comité de Gerencia, (obviamente él pensó todo
lo peor antes de tocar la puerta).
…al entrar a la sala de reuniones rápidamente
se dio cuenta que todos sonreían, (menos él que sudaba por todos lados), los
comentarios iniciales se los había
perdido por el susto de entrar al comité, no los llegaba a entender, trataba de
unir las frases entrecortadas;
¡…comprometido,…buen desempeño,…ascendiente entre
sus compañeros,…es hora de,…por lo que de ahora en adelante estará a cargo de
su propio equipo!
Análisis del Caso:
- Prepare un Resumen del caso.
- Establezca las Ideas
centrales, qué tipo de problemas se presentan en el caso.
- Elabore los Juicios de valor
sobre el caso.
- Ensaye una propuesta que
ayude a Marcelo a asumir su jefatura.
* Pepián: comida hecha a base de choclo, carne de cerdo y queso, típica del norte del Perú.
* Chiclayana: originaria de Chiclayo, ciudad al norte del Perú.
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