Casos de Administración y Comportamiento Organizacional
Caso:
Editorial Los Arrié S.A.C
Ernesto Manfredi Gagliuffi. Lima. Perú.
2013. ®
Cod 220213
Son varios los temas sobre los cuales usted puede
opinar y ayudar a resolver este escenario; ensaye algunos de ellos; no sin
antes mencionarle que cualquier parecido o semejanza con la realidad, es pura
coincidencia.
Editorial Los Arrié S.A.C. es una empresa editorial
que crea, diseña, edita, imprime, distribuye y comercializa textos escolares de
su propia marca, de distribución local y
nacional, dirigidos a distintos segmentos socioeconómicos de la población, así
como revistas especializadas en todo el Perú.
En los años noventa, para reducir los costos de
transportes de Lima a provincias, la editorial decidió utilizar alta tecnología
en la transmisión de información vía satélite e imprimir sus textos escolares
en puntos estratégicos del país. Para lo cual realizó un ventajoso contrato de
concesión de un canal del Panamsat por un lapso de 25 años. Del mismo modo, se
adquirieron locales para la instalación de sus plantas de producción
descentralizadas y los equipos necesarios para implementación de cada una de
ellas.
Uno de los puntos estratégicos que se
implementaron fue la planta de la ciudad de Arequipa. En estas instalaciones,
funcionaba una redacción completa, oficinas de comercialización de textos, de
despacho, distribución y circulación de textos escolares y, por último, una
rotativa que le permitía imprimir a todo color en una sola “tirada”. La planta
estaba ubicada en el cercado de la ciudad de Arequipa. Dicha zona en horas de
la noche, (a partir de las 8:00), era peligrosa por los continuos asaltos que
ocurrían.
El departamento comercial, con el fin de
incrementar los ingresos de la empresa, comenzó a comercializar el servicio de
“encarte de separatas publicitarias”, que consistía en incluir en algunas de
las revistas que imprimía para terceros, una hoja suelta de publicidad. Para
colocar el encarte dentro de la edición, se contrataba un promedio de 10
mujeres, (era preferible, pues eran más cumplidas en cuanto a horarios, y la
pérdida de revistas u otros, era menor y son más rápidas que los hombres), las
que realizaban su labor a partir de las 7:00 pm, (hora en que se terminaba de engrapar
las revistas y momento en el que generalmente se encartaba las separatas
contratadas) y terminaban aproximadamente a las 2:00 am.
Las “encartadoras” eran contratadas bajo la modalidad
de plazo fijo, (3 meses). Dicho contrato era renovado en la medida en que
el servicio mantuviera el éxito logrado hasta esos momentos y la calidad del
trabajo de dichas “encartadoras” sea
el adecuado para las necesidades de la organización. Algunas de estas
trabajadoras eran familiares del personal de la planta del turno de día.
La editorial, no tenía una muy buena imagen en el
mercado editorial, en varias oportunidades había sido denunciada por malas
prácticas comerciales.
En algunas ocasiones al terminar el trabajo y
dependiendo de la disponibilidad de la unidades de distribución de textos
escolares, el jefe de planta, el Ing. Félix Romero, ordenaba la movilización
del personal desde la planta a sus casas o, en todo caso, a los lugares más
cercanos y más seguros, pues ya habían ocurrido algunos intentos de asalto.
Existían comentarios por parte del personal de encarte que debería ser diaria
la movilidad.
El viernes 17 de diciembre de ese mismo año, el
jefe de planta se encontraba enfermo, por lo que su asistente, el Ing. Franco
Montero, decidió no otorgarles el servicio de movilidad esa noche, pues
argumentaba no haber recibido ninguna indicación específica sobre el tema. Las
encartadoras se retiraron al terminar sus labores, y la Sra. Luyo, esposa del
Jefe de Mantenimiento de la imprenta fue asaltada y golpeada por delincuentes
de la zona, a dos cuadras de la planta, en los momentos en que buscaba
movilidad.
Al día siguiente, el Sr. Carlos Luyo reclamó al Ing. Montero por el hecho de que era una práctica
continua el transportar al personal femenino de encarte y que el Ing. Romero
inclusive les facilitaba dinero de su caja chica para que se movilizaran a sus
casas los días en que no estuvieran disponibles las unidades que distribuían
los textos escolares.
El Ing. Montero le contestó que él ni la empresa
no tenían la obligación de hacerlo, y si el Jefe de Planta lo hacía, sus
razones deberían tener o habría realizado las coordinaciones necesarias con la
Gerencia General, pero que él no tenía la autorización oficial de hacerlo.
El Sr. Luyo recurrió al gerente regional, el Ing.
Alberto Córdova, ya que el Jefe de Planta seguía con permiso por estar delicado
de salud, y éste le confirmó que la empresa no tenía ninguna obligación de
hacerlo, pero que asignaría la camioneta los días que se encontrara disponible
y no interfiriera con la distribución de los textos escolares y suplementos.
Asimismo le indicó que el Ing. Romero no tenía
autorización para otorgarles movilidad, pues es un tema, que si bien es cierto
había sido solicitado por el mencionado Jefe de Planta, todavía no había sido
discutido en los Comités de Gerencias que se realizan todos los martes a las
9:00 a.m. Además, le informó que lo más probable era el rechazo del pedido y
que, en todo caso, sus esposos fueran a recogerlas, que ya bastante hacían con
contratarlas para mejorar los ingresos familiares de los trabajadores de la
empresa.
El 19 de diciembre, el Sr. Luyo, el Sr. Luis Ñaupari
y el Sr. Juan Clímaco jefes de las áreas de Mantenimiento, Distribución, Carga
y Despacho, no fueron a trabajar reclamando de esta manera el rechazo del
servicio diario de movilidad a las “encartadoras”. Las esposas de estas
personas trabajaban en horario nocturno y formaban parte del equipo de encarte.
En la noche, no se presentó ninguna “encartadora”
a laborar, en reclamo por el mismo tema. Los demás trabajadores de la empresa
no lo decían abiertamente, pero estaban de acuerdo con el reclamo del personal
de mantenimiento y encarte que dejaron de trabajar.
El Ing. Luis Arrié, dueño de la empresa, no tenía claro, frente a los reclamos y
correos recibidos por todos los involucrados, qué posición tomar y cómo
resolver el problema, debido a que no podía dejar pasar el hecho de la
indisciplina de los trabajadores y, a su vez, necesitaba que el personal se
incorporara lo antes posible, pues la labor de encarte seguía teniendo el éxito
inicial y la imprenta necesitaba de mantenimiento preventivo diario. Según
rumores en la planta, dichos trabajadores no se iban a reincorporar hasta que
se solucionara el problema.
El Ing. Arrié no tenía fama de ser muy
comprensivo, desde su primer divorcio, ya llevaba tres, se había dedicado a
beber, hasta en horas de oficina; periódicamente se ausentaba para asistir a
los casinos de moda, y a pesar de la prohibición de hacerlo en recintos
cerrados o públicos, fumaba hasta 2 cajetillas diarias en las oficinas.
Había estado adportas de la muerte debido a una
enfermedad cerebral, consideraba a los trabajadores piezas de recambio, y como
era bien sabido, gustaba de “meterle mano”
al salario de los trabajadores, era un asiduo requerido de los inspectores del Ministerio de Trabajo, pero
siempre salió bien librado de todas
las inspecciones por cualquier reclamo laboral de los trabajadores, los
trabajadores se preguntaban ¿Cómo así?
La mayoría de los trabajadores recordaba que
habían sido invitados a formar parte de la compañía años atrás por el mismo
Ing. Arrié, pero en la medida de que hacía más dinero, más se había apartado de
las razones por las cuales los trajo, su lealtad y sacrificio en los inicios de la empresa, la generalidad
pertenecía a un segmento emergente, con
familias extendidas y por consiguiente con muchas aspiraciones.
¡Recuerdan el primer
año! Se decían entre ellos, el año que trabajamos prácticamente sin cobrar para
introducir los textos al mercado y cuando no teníamos ni vehículos, todo lo
hacíamos a pié y para qué;…para que ahora se nos deje a un lado y se nos trate
como jornaleros a destajo…
Cod 220213
Son varios los temas sobre los cuales usted puede
opinar y ayudar a resolver este escenario; ensaye algunos de ellos; no sin
antes mencionarle que cualquier parecido o semejanza con la realidad, es pura
coincidencia.
Editorial Los Arrié S.A.C. es una empresa editorial
que crea, diseña, edita, imprime, distribuye y comercializa textos escolares de
su propia marca, de distribución local y
nacional, dirigidos a distintos segmentos socioeconómicos de la población, así
como revistas especializadas en todo el Perú.
En los años noventa, para reducir los costos de
transportes de Lima a provincias, la editorial decidió utilizar alta tecnología
en la transmisión de información vía satélite e imprimir sus textos escolares
en puntos estratégicos del país. Para lo cual realizó un ventajoso contrato de
concesión de un canal del Panamsat por un lapso de 25 años. Del mismo modo, se
adquirieron locales para la instalación de sus plantas de producción
descentralizadas y los equipos necesarios para implementación de cada una de
ellas.
Uno de los puntos estratégicos que se
implementaron fue la planta de la ciudad de Arequipa. En estas instalaciones,
funcionaba una redacción completa, oficinas de comercialización de textos, de
despacho, distribución y circulación de textos escolares y, por último, una
rotativa que le permitía imprimir a todo color en una sola “tirada”. La planta
estaba ubicada en el cercado de la ciudad de Arequipa. Dicha zona en horas de
la noche, (a partir de las 8:00), era peligrosa por los continuos asaltos que
ocurrían.
El departamento comercial, con el fin de
incrementar los ingresos de la empresa, comenzó a comercializar el servicio de
“encarte de separatas publicitarias”, que consistía en incluir en algunas de
las revistas que imprimía para terceros, una hoja suelta de publicidad. Para
colocar el encarte dentro de la edición, se contrataba un promedio de 10
mujeres, (era preferible, pues eran más cumplidas en cuanto a horarios, y la
pérdida de revistas u otros, era menor y son más rápidas que los hombres), las
que realizaban su labor a partir de las 7:00 pm, (hora en que se terminaba de engrapar
las revistas y momento en el que generalmente se encartaba las separatas
contratadas) y terminaban aproximadamente a las 2:00 am.
Las “encartadoras” eran contratadas bajo la modalidad
de plazo fijo, (3 meses). Dicho contrato era renovado en la medida en que
el servicio mantuviera el éxito logrado hasta esos momentos y la calidad del
trabajo de dichas “encartadoras” sea
el adecuado para las necesidades de la organización. Algunas de estas
trabajadoras eran familiares del personal de la planta del turno de día.
La editorial, no tenía una muy buena imagen en el
mercado editorial, en varias oportunidades había sido denunciada por malas
prácticas comerciales.
En algunas ocasiones al terminar el trabajo y
dependiendo de la disponibilidad de la unidades de distribución de textos
escolares, el jefe de planta, el Ing. Félix Romero, ordenaba la movilización
del personal desde la planta a sus casas o, en todo caso, a los lugares más
cercanos y más seguros, pues ya habían ocurrido algunos intentos de asalto.
Existían comentarios por parte del personal de encarte que debería ser diaria
la movilidad.
El viernes 17 de diciembre de ese mismo año, el
jefe de planta se encontraba enfermo, por lo que su asistente, el Ing. Franco
Montero, decidió no otorgarles el servicio de movilidad esa noche, pues
argumentaba no haber recibido ninguna indicación específica sobre el tema. Las
encartadoras se retiraron al terminar sus labores, y la Sra. Luyo, esposa del
Jefe de Mantenimiento de la imprenta fue asaltada y golpeada por delincuentes
de la zona, a dos cuadras de la planta, en los momentos en que buscaba
movilidad.
Al día siguiente, el Sr. Carlos Luyo reclamó al Ing. Montero por el hecho de que era una práctica
continua el transportar al personal femenino de encarte y que el Ing. Romero
inclusive les facilitaba dinero de su caja chica para que se movilizaran a sus
casas los días en que no estuvieran disponibles las unidades que distribuían
los textos escolares.
El Ing. Montero le contestó que él ni la empresa
no tenían la obligación de hacerlo, y si el Jefe de Planta lo hacía, sus
razones deberían tener o habría realizado las coordinaciones necesarias con la
Gerencia General, pero que él no tenía la autorización oficial de hacerlo.
El Sr. Luyo recurrió al gerente regional, el Ing.
Alberto Córdova, ya que el Jefe de Planta seguía con permiso por estar delicado
de salud, y éste le confirmó que la empresa no tenía ninguna obligación de
hacerlo, pero que asignaría la camioneta los días que se encontrara disponible
y no interfiriera con la distribución de los textos escolares y suplementos.
Asimismo le indicó que el Ing. Romero no tenía
autorización para otorgarles movilidad, pues es un tema, que si bien es cierto
había sido solicitado por el mencionado Jefe de Planta, todavía no había sido
discutido en los Comités de Gerencias que se realizan todos los martes a las
9:00 a.m. Además, le informó que lo más probable era el rechazo del pedido y
que, en todo caso, sus esposos fueran a recogerlas, que ya bastante hacían con
contratarlas para mejorar los ingresos familiares de los trabajadores de la
empresa.
El 19 de diciembre, el Sr. Luyo, el Sr. Luis Ñaupari
y el Sr. Juan Clímaco jefes de las áreas de Mantenimiento, Distribución, Carga
y Despacho, no fueron a trabajar reclamando de esta manera el rechazo del
servicio diario de movilidad a las “encartadoras”. Las esposas de estas
personas trabajaban en horario nocturno y formaban parte del equipo de encarte.
En la noche, no se presentó ninguna “encartadora”
a laborar, en reclamo por el mismo tema. Los demás trabajadores de la empresa
no lo decían abiertamente, pero estaban de acuerdo con el reclamo del personal
de mantenimiento y encarte que dejaron de trabajar.
El Ing. Luis Arrié, dueño de la empresa, no tenía claro, frente a los reclamos y
correos recibidos por todos los involucrados, qué posición tomar y cómo
resolver el problema, debido a que no podía dejar pasar el hecho de la
indisciplina de los trabajadores y, a su vez, necesitaba que el personal se
incorporara lo antes posible, pues la labor de encarte seguía teniendo el éxito
inicial y la imprenta necesitaba de mantenimiento preventivo diario. Según
rumores en la planta, dichos trabajadores no se iban a reincorporar hasta que
se solucionara el problema.
El Ing. Arrié no tenía fama de ser muy
comprensivo, desde su primer divorcio, ya llevaba tres, se había dedicado a
beber, hasta en horas de oficina; periódicamente se ausentaba para asistir a
los casinos de moda, y a pesar de la prohibición de hacerlo en recintos
cerrados o públicos, fumaba hasta 2 cajetillas diarias en las oficinas.
Había estado adportas de la muerte debido a una
enfermedad cerebral, consideraba a los trabajadores piezas de recambio, y como
era bien sabido, gustaba de “meterle mano”
al salario de los trabajadores, era un asiduo requerido de los inspectores del Ministerio de Trabajo, pero
siempre salió bien librado de todas
las inspecciones por cualquier reclamo laboral de los trabajadores, los
trabajadores se preguntaban ¿Cómo así?
La mayoría de los trabajadores recordaba que
habían sido invitados a formar parte de la compañía años atrás por el mismo
Ing. Arrié, pero en la medida de que hacía más dinero, más se había apartado de
las razones por las cuales los trajo, su lealtad y sacrificio en los inicios de la empresa, la generalidad
pertenecía a un segmento emergente, con
familias extendidas y por consiguiente con muchas aspiraciones.
¡Recuerdan el primer
año! Se decían entre ellos, el año que trabajamos prácticamente sin cobrar para
introducir los textos al mercado y cuando no teníamos ni vehículos, todo lo
hacíamos a pié y para qué;…para que ahora se nos deje a un lado y se nos trate
como jornaleros a destajo…
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